30 marzo 2005

Educación religiosa

Si deseo que mis hijos reciban una educación religiosa, trataré de transmitirla en el seno familiar. Acudiré con ellos a los actos que se celebren dentro de la comunidad religiosa a la pertenezca. Trataré de resolver, dentro de mis posibilidades, las dudas espirituales que puedan surgirles o acudiré a quien crea indicado para despejarlas.

Sin embargo, si lo que deseo es que los hijos de los demás reciban mi educación religiosa, trataré de que mi religión sea obligatoria en las escuelas y tenga valor académico. Intentaré que mi religión aparezca en la constitución, ya sea nacional o comunitaria. Introduciré mi religión en el debate político y la política en mis centros de culto para decantar votos de acuerdo a mi fe. Incluso pondría a mis líderes espirituales al mando del gobierno.

Actualmente todas las posturas religiosas tienden a actitudes radicales ya que, en una era científico-escéptica, la mejor forma de mantener al "rebaño" unido es fomentar los fanatismos que no dejan lugar a las dudas de fe. Por supuesto tampoco interesa adaptar las creencias al momento social, evitando así la pérdida de credibilidad del engranaje político -iglesia- que media entre el ser supremo e infalible y el pueblo llano.

Todo esto viene a aclarar el gran interés que tienen la mayoría de las religiones de entrar/permanecer en las escuelas: Influir en las creencias del niño en la época en que éste es más receptivo e impresionable. Por descontado se pretende que el personal que imparta dicha educación esté aprobado por la iglesia de turno mediante cursos y titulaciones obligatorias.

En resumen: Si yo quiero que mis hijos tengan una educación religiosa se la daré en casa, sin embargo, si deseo que los hijos de los demás tengan educación religiosa, pediré que la impartan el las escuelas.

Saludos.

24 marzo 2005

La gran religión politeísta.

Ahora que estamos en Semana Santa y la cosa viene como más a cuento, me gustaría hablar del Cristo del Gran Poder, San Francisco de Asís, la Virgen de la Macarena, Santa Rita, el Cristo de los Faroles... aunque los meteré todos en el mismo estante: junto al Becerro de Oro.

Empecemos primero por el grupo de las especialidades. Y es que no nos gusta eso de la ventanilla única, que el dolor de muelas es del dentista, la gonorrea del dermatólogo y el glaucoma de Santa Lucía. Zapatero a tus zapatos, que el que mucho abarca, poco aprieta... por muy Dios que sea. Además, que andar pidiendo un empaste a tan altas instancias, como que nos parece exagerado; que siempre hay alguien que sufre más y Dios, incluso con su ubicuidad y omnipotencia, nos parece que debe andar estresado y con su habitual y bíblico mal genio.

Sigamos por los nacionalismos, pues no está bien tenerle fe al Santo o Virgen del pueblo de al lado, o incluso de otro barrio si de capital hablamos. Que al nacer te hacen socio de una estampita y has de ser forofo hasta la muerte. A saber: Ribeiro en Galicia, cava en Catalunya, manzanilla en Sevilla y que no me saquen de ahí, que lo demás es traición a la cuna y está mal visto chupar de otra teta.

Esto me lleva a contar una anécdota del pueblo de mi padre, que ya tenía yo ganas. Y es que allí le tenían devoción a San Juan Bautista y lo sacaban de la iglesia con gran alborozo y tal y tal, hasta que un día la imagen, de brutos que son los mozos, cayó de su pedestal desnucando al San Juan. Después de superar el susto y las primeras curas del imaginero de turno, decidieron reconvertir el incidente en señal y, en vez de echarle pegamento al asunto, le pusieron al Santo la coletilla de "Degollao", que encajaba con la tradición escrita de este santo, además de la revalorización gore que tanto agrada a la tradición cristiana. Desde entonces y por su singularidad, este santo ha prosperado mucho en devociones.

Saludos.